La nueva literalidad y la crítica inmanente

No me resisto, en estas fechas tan señaladas, a repasar uno de los capítulos más llamativos del Génesis. Para ello me sirvo de las ilustraciones del genio underground Robert Crumb que publicó hace hará un año su inconmensurable Génesis. Adaptación del primer libro del Pentateuco.

«Pero Lot subió de Zoar y moró en el monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó en una cueva él y sus dos hijas. ³¹ Entonces la mayor dijo a la menor: Nuestro padre es viejo, y no queda varón en la tierra que entre a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra. ³² Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de nuestro padre descendencia. ³³ Y dieron a beber vino a su padre aquella noche, y entró la mayor, y durmió con su padre; mas él no sintió cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. ³⁴ El día siguiente, dijo la mayor a la menor: He aquí, yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra y duerme con él, para que conservemos de nuestro padre descendencia. ³⁵ Y dieron a beber vino a su padre también aquella noche, y se levantó la menor, y durmió con él; pero él no echó de ver cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. ³⁶ Y las dos hijas de Lot concibieron de su padre.»

Génesis 19: 30-36

Dos tribus pergeñadas en dos noches de incesto. Resulta simpático que en el boca a boca el hundimiento de Sodoma y Gomorra haya quedado como paradigma de la ira divina ante los desmanes morales de sus habitantes. Sin embargo, inmediatamente después de que la mujer de Lot haya sido transformada en sal cuando mira la destrucción de las ciudades (qué oportuno, por otro lado) nos encontremos con esto. Por cierto, Lot en un pasaje anterior, por no delatar a los ángeles que están comiendo en su casa y que han venido a anunciar la caída de las pecaminosas ciudades, entrega a unos hombres a sus hijas (que no han probado varon) para que hagan con ellas lo que quieran. Así, sin más. Nada de medias tintas. Al menos los tipos declinaron la generosa oferta de yacer con las hijas de Lot (lo cual lleva a pensar que, tal vez, no eran tan amorales).

«Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. ⁶ Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, ⁷ y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. ⁸ He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. ⁹ Y ellos respondieron: Quita allá.»

Por cierto, Lot se comporta de la manera contraria como lo hubiera hecho el kantiano del famoso ejemplo. En caso de duda diga usted siempre la verdad y acabará acertando: así si usted esconde un amigo y alguien va tras él, digamos un policía, mejor dígale que éste está en su hogar y así sabrá que ha obrando con corrección. Lot preifere mentir y entregar a sus hijas. Así es.

Cabe preguntarse si en su celo de ser todo lo fiel que se pueda al texto (véase la comparativa entre cómic y pasaje bíblico) Crumb haya sido más trasgresor que cualquier parodia que al respecto pudo haberse hecho. El autor de Fritz, el gato caliente intenta no quitar ni una sola coma al texto sagrado de tal forma que su absoluta crudeza queda a los ojos de todos sin tener que navegar por el horror vacui de las líneas de esas biblias de papel de arroz. Sin la píldora dulcificadora del hermeuta de parroquia. Su intención fue ser fiel al texto, y vaya si lo fue. En cierto modo recuerda aquella La pasión de Cristo de Mel Gibson: al tratar de ser tan específico con el texto (salvando algunas cosas) Mel contentó a los cristianos de todo credo con el exceso de violencia y dolor en absoluta desproporción que, pese a que me convenciera como película, roza lo ridículo. Incluso el Papa tuvo un pase privado.

A ver si ahora la literalidad va a ser la nueva crítica inmanente.