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Refugiados y las fallidas buenas intenciones de una producción excelente



Refugiados se promocionó como la serie para la televisión más ambiciosa jamás realizada en España, así como la primera coproducida con BBC worldwide. Su premisa de que envían desde el futuro a nuestro presente a tres mil millones de personas sin que se conozca la razón se pretendía un poderoso reclamo. Las expectativas eran necesariamente altas. Pero esta premisa no solo trata de demostrar que se trabaja al nivel de la poderosa BBC, con reclamos espectaculares, sino que la historia que se cuenta es merecedora de tal ambición. Pero varias semanas después del estreno nos encontramos con una ficción cuyo mayor problema es su falta de identidad y la habilidad que demuestra para evitar responder las cuestiones que propone.

Lo mejor de Refugiados es que permite soñar con un futuro mejor (irónicamente) para la televisión nacional. Series con buena factura y, sobre todo, ambiciosas y atrevidas. El salto cualitativo de la ficción nacional ya se viene notando desde hace algo más de un año. Las cadenas invierten y cuidan con mayor mimo sus producciones pese a los corsés autoimpuestos, como el hecho de la duración de los capítulos. Refugiados, en ese sentido, es una extraordinaria excepción al ajustarse a los 50 minutos, ojalá cunda el ejemplo. Parece que los productores de ficción nacional no se conforman ahora solo con producir cualquier cosa como sea, sino que pretenden imitar el nivel de excelencia de la HBO o AMC. Pero no es solo una cuestión de las distintas productoras de ficción: el espectador medio está mucho más curtido y exige que lo que se hace en su país tenga una calidad semejante al de sus referentes seriófilos. Por tanto, productoras por una lado y espectadores por otro venían pergeñando un cambio del que en mayor o menor medida estamos siendo testigos. Una de las consecuencias de esta postura, y dado que el referente es el cable americano, es que también se va comprendiendo que aunque el ideal es que todo el mundo vea tu producto, esto no debe convertirse en un imperativo. Se debe asumir que si la propuesta es arriesgada va a haber un público que, directamente, vas a perder porque no va a conectar con tus propuestas.


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