Spanish Revolution (I)
«No puedes matar una idea. Las ideas son a prueba de balas.»
-V for Vendetta.
Sobre el 1985, Alan Moore y David Lloyd estaban terminando una de las grandes obras del comic de la época: V de Vendetta. La historia, sencilla en apariencia, de un sujeto anónimo (desconocemos su identidad a lo largo del comic, incluso su sexo) se enfrenta solo contra un estado totalitario que aplasta a la población con sus distintas políticas que privilegia a unos pocos. Este sistema recordaba el orweliano 1984, con cámaras por doquier, pero los uniformes y la jerarquía del partido único tenían mucho de la Alemania nazi. Los temores del siglo XX a finales del mismo seguían ahí: siempre puede uno estar peor (políticamente hablando). En todas las ediciones que se han traducido de V de Vendetta se conserva un prólogo que Moore escribió desde su Northampton natal y que, en cierto modo, es una muestra más del extraña honestidad que el escritor inglés ha venido demostrando a lo largo de su vida. Dijo en 1988:
«También se pude detectar cierta ingenuidad [en mi obra V de Vendetta] en la suposición de que haría falta algo tan melodramático como un conflicto nuclear para conducir a Inglaterra al fascismo. Aunque debo decir en mi defensa y en la de David [Lloyd] que en aquella época no había mejores o más precisas predicciones en forma de cómic acerca del futuro de nuestro país. El hecho de que gran parte del fondo histórico de la historia proceda de una posible derrota de los conservadores en las elecciones de 1982 os da una idea de lo fiables que éramos como oráculos.
Ahora estamos en 1988. Margaret Thacher comienza su tercer mandato y se siente tan segura al respecto que habla de llegar al próximo siglo con un liderazgo continuo. Mi hija pequeña tiene ahora 7 años y en la prensa circula la idea de crear campos de concentración para enfermos del SIDA. La nueva policía antidisturbios lleva visores negros (…) el gobierno ha expresado el deseo de erradicar la homosexualidad, incluso como concepto abstracto. »
V de Vendetta parecía un grandísimo alegato anarquista. El individuo anónimo que conocemos como V, lucía un atuendo pasado de moda y una máscara de Guy Fawkes, el tipo que quiso volar por los aires el parlamento británico un 5 de noviembre allá por el 1605. (Falló y ajusticiaron poco después.) Aunque la idea pudiera ser de Moore el diseño de V como personaje es obra de Lloyd. Genial, por otro lado. V de Vendetta respira cierto vitalismo nietzschiano y acierta a la hora de transmitir esa idea de que, con esfuerzo, otro mundo es posible.
Resulta particularmente llamativo que V puede ser leído, además, como un fracaso de la forma de organización de estado anarquista como respuesta al totalitarismo. Es una lectura un tanto forzada, pero el final del comic deja cierto poso amargo que incomoda a aquel que acaba de simpatizar con un V al que no le tiembla el pulso a la hora de matar a quién se ponga delante del tren de su venganza (el tren, por otra parte es un elemento que aparece una y otra vez). Por no mencionar la explícita ambigüedad moral del propio V, no sabemos si lo que quieres es bien común o satisfacer su tan larga y planeada venganza. El individuo, aunque sea excepcional, acaba por ser engullido por la maquinaria del Estado (el que sea).
Casi 25 años después, la máscara de V ha servido para que colectivos sociales se identifiquen con esa idea de anonimacidad –perdón por el palabro –cuyo modo de actuación se mueve a través de Internet para ejercer presión sobre la realidad. Se hicieron conocidos a través de los medios tradicionales sobre todo por las campañas contra la llamada Ley Sinde o la defensa de a los continuos ataques que recibimos la gente que descargamos series de la web. La popularidad de V, contrariamente a los deseos de su creador, se revitalizó para las nuevas generaciones gracias a al film que los hermanos Wachowski produjeron en el 2006, que Moore odia. Bajo el lema We are anonimous la máscara de Fawkes se puede ver en casi cualquier site relacionada con alguno de los topics twitteros de mayor calado social. ¿Cuál es sentido que se le dá máscara que se ofrece? ¿cuál la interpretación de V de Vendetta? La anarquista o la de la desolación de la derrota inminente. Sospecho que ninguna de las dos, o todas a la vez. La narración que me hago sobre V de Vendetta cambia cada vez que hago revisión de la obra, y algo parecido les sucederá a aquello que conocen el cómic o, incluso, la película. Tampoco les he preguntado, pero salvo que crean en ella como si fuera un catecismo solemos reescribir las historias que nos contamos (reeditar me gusta decir a mí) y eso repercute en el sentido de la cosa misma.
Pese a ello, parece que el impulso vitalista sobrevive a cada revisión. La posibilidad (real o no) de cambiar un mundo que consideramos injusto es una idea que no puede o no debe morir. No es necesario que haya un gobierno fascista para que la gente se movilice, basta el descontento. Sí, a mí me resulta molesto cuando alguien de ideas contrarias se manifiesta, concentra o hace tal o cual cosa que atenta contra mis creencias. Exacto, es que de eso se trata, pero precisamente por ello han luchado generaciones enteras, para que eso pueda darse.
Desde el día 15 de Mayo del 2011 se ha producido un extraño fenómeno. Es este un caso con el que estoy de acuerdo, aunque reconozco que llegué un poco tarde a entender qué había que hacer. Ayer, paseando por Sol entre tanta gente que pedía un cambio ya, me sentí como un turista o como aquel que llega tarde a una fiesta. Sentí, en cierto modo, una extraña vergüenza por no haber hecho nada antes al respecto, por no haber peleado por lo que nos debían años atrás. A parte de mis propias preocupaciones me encantó el ambiente que por allá se había creado. No era el espíritu destructor de V, sino otra cosa, un vitalismo y un enfado ante tanto ladrón («poco pan para tan poco chorizo») y sobre todo la indignación que produce el recorte brutal que nuestros sistemas sociales y de libertades han sufrido a lo largo de la década del 2000 culminando en esto que llaman crisis. Y tiene que sea algo bueno, porque los medios que apoyan sin duda ninguna las dos únicas posibilidades que nos dan de voto se empeñaron los primeros días en machacar y ridiculizar las esperanzas de los que se congregan y, posteriormente, seguir machacando unos y arrimar la sardina al ascua de Sol los otros. Siguen sin entender que hay más mundo más allá de los peperos y los sociatas y que ese mundo, aunque no esté creado, se puede ir haciendo.
Oí un comentario de una señora mayor que dijo que, «sí bueno, pero esto es utópico». Claro que lo es. Es un enunciado tan vacío como afirmar que allí había gente. Perder la imaginación utópica es algo que hizo mucho daño y llegó un día con el fin de la historia. Es hora de ir comenzando a recuperarla. No ganar no significa que no se pueda hacer ruido. En eso podría estar V de acuerdo con nosotros.
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