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I never lose my temper







La lista podría ser interminable. Momentos intrascendentes que rompen con lo esperado.
Siempre me ha parecido interesante ese instante en que las pasiones acaban desbordando cualquier norma del decoro. Y eso pese a que los actantes saben que, en ese momento (o tras su posterior ubicuidad internáutica), les observa el mundo entero. Ninguno de ellos es ajeno a la imagen, ninguno es inocente ante ella, conocen sus mecanismos, trabajan en y con ella, y pese a todo, pese a todo... todo es espectáculo. 

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