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Cultura y asco en Madrid


En relación al artículo que hoy publica El Pais sobre la decadencia de Madrid http://politica.elpais.com/politica/2013/10/04/actualidad/1380911735_707943.html:

Aunque suscribo algunas de las opiniones vertidas en la extensa descripción que de Madrid se hace, me gustaría compartir  ciertas reflexiones al respecto.
Madrid es decadente, pero ya lo era en los noventa. Madrid siempre ha sido fea y tiene poco de turístico. Los pocos extranjeros que me han comentado sobre Madrid hablan de “la noche” mientras que de Barcelona me dicen sobre su “novelty”. Como podéis suponer, ambas cosas no son muy acertadas. Sin embargo, lo que me preocupa del artículo no es que acierte más o menos en lo que a Madrid le sucede, sino una extraña añoranza que parece querer transmitir sobre una Edad Dorada de la capital que se articula alrededor del mito de la Movida.
Yo nací en la Movida, no la disfruté, tal vez solo las consecuencias. Entiendo que para el que en ese momento estuviese en su plena juventud, la libertad, la droga y el aperturismo que se produjo en general piense que aquello fue lo más maravilloso del mundo. El mejor alcalde de Madrid, “el viejo profesor” por supuesto. Nada que objetar a tierno Galvan, solo que no sé cómo pueden darse circunstancias como las terribles consecuencias del caballo y tener él tan poco perspectiva en ese famoso pregón en el que instaba a “colocarse al que no estuviese colocado”. ¿De verdad este es el Madrid que queríamos? ¿Se acuerda Fernado Savater ahora, en su cruzada anti nacionalista, lo que decía sobre el caballo?
El artículo destaca que una de las grandezas de Madrid es que “cada uno hace lo que quiere”, sin matiz. Sí, ese era el Madrid de la movida y de la Edad Dorada en el imaginario colectivo. Madrid es caótico, esa es su grandeza: es capaz de sacar lo mejor de lo peor sin el apoyo de las instituciones –campo de la cebada, por citar algún lugar  que conozco. Confundir esto con que aquí lo que se viene es a desfasar no nos hace ningún favor, solo a aquellos que quieren vender la ciudad como algo que nunca ha sido.
Luego comienzan los lloros por la cultura. Creo que, o bien quiere creer que somos tontos o bien no  ha querido mirar suficientemente lo que lleva pasando por la capital. Madrid nunca ha tenido un buen circuito de conciertos: las salas son deficientes y pocas cumplen con las necesidades básicas para disfrutar de la música. La Riviera, un lugar por donde ha pasado lo mejor de la música pop-rock (y demás); es una auténtica pena. Recuerdo un concierto de Sigur Ros hace muchos años en los que el sonido se veía roto por los comentarios de los camareros y el servir copas –nadie los culpa, solo que la sala NO está preparada para según que sonido. Dicen que a Madrid no vienen los números uno, la culpa no es de Botella, ya me gustaría, ni siquiera de los todos los alcaldes de mierda que Madrid ha tenido. Pearl Jam creo que solo ha venido 1 vez a Madrid a un macro festival (también hay que pensarse esa burbuja, señores); David Bowie en el 1997 no logró llenar Las Ventas (menuda salda de conciertos ¿eh?) y tuvo que tocar a toda prisa en la sala Aqualung (ya difunta) junto con unos primerizos Placebo. Joder, David Bowie. Había gente que venía desde Cadiz en coche para verle y no llenó las ventas. Entonces, ¿qué echan de menos los articulistas?
Por un lado se quejan de la caída del festival de Jazz. Perfecto, toda la razón. Puede que apunten a un público muy determinado con ese comentario y que se identifica, por lo general, con una izquierda cultivada. Aún así, correcto. Es una vergüenza lo de estos dirigentes no elegidos. Pero el lloro sobre la sala el Sol es realmente impresionante, no tanto por lo que dice, sino lo que insinúa:
El Sol emana cierta nostalgia. Allí en los ochenta “corría el champán”. “Era el lugar en el que se podía presentar un libro de Umbral, un disco de Nacha Pop o acoger una fiesta de Almodóvar”.
Primero, los noventa existieron. Y joder, fueron muy buenos en cuanto a calidad y cantidad de grupos españoles que rompieron con una tradición mediocre. Cito de memoria algunos de los estilos que he trabajado, los Planetas, Surfing Bichos, Niño Gusano, Sexy Sadie, Lagartija Nick, Family,... Algunos fueron un bluff, no lo dudo, pero si algo tienen en común es que no son de Madrid. La escena musical de Madrid condenaba al ostracismo, por lo general. Solo los grupos muy populares consiguieron abrirse gracias a golpe de crítica social y conectar con las urbes de la zona sur de Madrid como Extremoduro, Reincidentes o (de los pocos madrileños) Rosendo Mercado. Coño, se producía música en Madrid, pero ¿quién era de esta ciudad? Corolario: Madrid solo es grande en tanto en cuanto sigue acogiendo como lo hace a la gente que allí se acerca. Pero no nos engañemos, esto no es Nashville, ni Manchester, ni New York. Si quiere mirarse en esos espejos, mejor que se invente otro cuento. Otra narrativa que, según El Pais, no la tiene. Falso, Madrid es polifónica, pero siempre se ha pretendido que se entienda en Blanco y Negro (esos Barricada sí que sabían de que iba esto, :D ).
Segundo, ¿debemos pensar que, con los ejemplos que se presentan, el Sol era un referente de lo que la cultura en Madrid debería ser? ¿Umbral, Nacha Pop, Almodovar y Macnamara? Falta decir, ”asistir a un recital poético de Lucía Echevarria” “pasar la tarde junto a Loquillo” “pelear por las injusticias junto a Miguel Ríos”, “reencontrase con Lorca en las letras de Mecano”. Mira, si queréis disfrutar de esa nostalgia la Gran via está llena de musicales que la ensalzan como al papel del Rey en la Transición (el último, un musical de Hombres G, ni en mis peores pesadillas hubiera podido pensar que esto ocurriría). Excepto Almodovar, que como cineasta tiene un talento reconocido, de qué estamos hablando con el resto. Prisa se empeño en decirnos cómo ser de izquierdas y eso incluía una enculturación bastante precisa. ¿Eso es lo que queréis de Madrid? Adelante, Miguel Río va llorando por los rincones precisamente con la misma añoranza. No creo que sea muy complicado recuperar ese norte. (Añade que Prince tocó en Lisboa, pero no aquí… ¿De verdad eso es un indicador de algo? Cuánto hace que no toca aquí; desde luego hace mucho antes que el relaxing café con leche). Los mismos que se quejan de la falta de cultura apoyaron sin condiciones las draconianas exigencias de las corruptas SGAE. Recodemos que teníamos a Ramocín como un reconocido tertuliano que "hablaba muy bien".

El articulo acaba con lo siguiente:
En 1985, la revista Rolling Stone publicó un extenso reportaje sobre Madrid, como recoge Hamilton Stapell, profesor de la Universidad New Platz de Nueva York, en su libro Remaking Madrid, sobre la transformación de la ciudad de la dictadura hasta final de los años ochenta. “Madrid se ha transformado en un oasis cultural, donde nueva música, intelectualidad, drogas, amor libre, clubes abiertos toda la noche y un idealismo ilimitado han pasado a formar parte de la escena diaria —algo como San Francisco en los sesenta—. Una ciudad renacida para correr”, describía la revista. Otra ciudad.

¿Alguien me puede explicar qué coño tiene que ver esto con lo que se denuncia? Ah, ya, la pájara de los intelectuales que ahora están fuera del circuito de opinión. La Rolling Stone no habla de la gente que se quedó en la cuneta, de la “inteligenztia” que no intelectualidad que domino el panorama o de cómo aquí se hicieron las cosas muy mal.  Mamones, estamos en el 2013, entre el hoy y la Bola de Cristal han pasado muchos muchos años:  Entre medias siempre ha habido opciones, que se pregunten qué responsabilidad tienen los gestores culturales en que la cultura haya acabado jodida. No los gestores públicos (que también) sino toda esa panda de mediocres que han decidido quién tiene y quién no tiene talento, que, además, eran los que también “creaban”. Es una pena todo el talento que se ha desperdiciado entre las gente que nació sobre el 1975 y el 1986. Yo os culpo a vosotros, gestores, popes de la cultura.

Lo que Madrid era para mí de niño era un sitio de posibilidades y de oportunidades. Si, en cierta medida, no quise abandonar esta comunidad es por la idea de que creía que aquí las cosas son posibles. Pero no era así. No lo era en los noventa, ni en el dosmil. Los madrileños debemos mirarnos y aspirar a algo mejor. No a que nos digan aquello que es lo mejor, sea el costumbrismo institucional made in Latina o altoculturalista burgues o, en otro sentido, el nostálgico postmoderno. Toca que nos miremos bien todos y decidamos qué queremos de esta ciudad. No tengo soluciones, por supuesto, pero la apertura de posibilidades es una necesidad. Aquellos que quieran crear, sea lo que sea esto, deben tener oportunidad. Madrid debe inspirar y ser insipiradora. No que lo más bonito que se pueda decir es que viene mucho turismo y que se bebe mucho (para el caso ya está Barna, no offense). Madrid tiene una oferta impresionante, que puede mejorar y debe mejorar. Pero no solo los inútiles que dirigen tienen la responsabilidad en esto. El peso del endeudamiento es brutal, lo van a estar pagando los nietos de los jóvenes de hoy en día. Pero eso no es solo todo el problema de la cultura. No es un cambio radical sobre el espacio, es cómo vamos a ser capaces de reescribir los espacios. Cada uno tenemos la responsabilidad suficiente si es que estamos interesados. 

Este artículo es producto de la rabia: también debe encontrar su espacio.

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