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La retórica del mal (precuela)


Mientras me voy aclarando sobre cómo abordar directamente la retórica del mal (o sobre el mal, aunque la semántica sea sustancialmente diferente), rodearé el asunto (tal vez por miedo) analizando un paradigma no sé si del mal, pero sí de malo: Darth Vader.



Una confesión, me gusta Star Wars, pero estoy cansado de que la generación anterior a la mía, que es la que verdaderamente queda marcada por el film, siga recurriendo en un bucle infinito a esa trilogía, Padre de Familia es un buen ejemplo de ello. Tanto maldito chiste-homenaje-referencia dejó hace años de tener gracia para mí. Que lo disfrute el que siga varado en esa Galaxia Lejana. Dicho esto, The Empire Strike Back sí es una buena película –ganan los malos, aunque sea una victoria temporal: curiosamente como en la vida misma, nosotros (los buenos, ¿eeeeeh?) solo tenemos victorias temporales. Sería una irresponsabilidad que, después de acusar a los nostálgicos de volver al carrusel eterno del análisis de los films hacer uno. Aquí se hablará solo de por qué Darth Vader es malo, si lo es.

En un momento dado, y de forma bastante incomprensible, Darth Vader se presenta como paradigma del malvado cinematográfico. Es cierto, que el traje que le permite vivir es, por puro icónico, lo que le da esa fuerza que posiblemente de otro modo no hubiera sido. Esas reminiscencias japonesas del traje –y no es la única –fueron todo un acierto. Pero, vamos a ver, ¿este señor es malo? Claro que para responder a la pregunta tendríamos que denominar qué es ser malo. Si restringimos malo a aquel que produce un daño, Vader es malo. En cambio, si pensamos que el mal es situarse en un espectro de acción que va contra la moral adecuada, Darth Vader es el prototipo del lado oscuro. (Han Solo y él son los personajes con más dobleces, supongo que de ahí su popularidad). Entonces tenemos que hace daño y que está en el lado oscuro. Parece evidente que es malo. Los rebeldes, los buenos, hacen también daño a aquellos que están en el otro espectro moral –los malos. Pero, dado que el fin es la armonía, la paz o derrocar a la tiranía, este mal es temporal y justificado. Por tanto, cada vez que un Rebelde acaba con un soldado de asalto, celebramos que la victoria de la rebelión está más cerca.

Volvemos a la pregunta inicial, ¿es Darth Vader malo? En Star Wars ep IV, Vader se muestra implacable y, es, seguramente, la película en la que tenemos claro que es un mal bicho. Sin embargo, a parte de la presentación en la que mata a un rebelde y su pelea con Obi Wan–justificada, pues son como viejos amigos que se quieren mal –Vader solo demuestra a los suyos que no le deben tocar las narices. La Estrella de la Muerte la dirige el Gran Moff Tarkin –quien destruye el planeta adoptivo de la princesa Leia, y, para colmo, el propio Vader ni siquiera es el que dirige el cotarro del Imperio. Solo puede acusársele de tener un guión un poco desestructurado y no terminado por el que secuestra a su hija –y la torturan bajo su supervisión –y casi acaba con su hijo. Después de eso, me da la impresión de que Vader no puede ser prototipo del mal. 


El dedo que destruyó Alderaan fue el de este señor, no el de Vader.


En el guión de The Empire Strike Back, Lauren Kasdan ya tiene planteado todo el lío culebronesco entre Vader, Luke y Leia. Por tanto, la batalla de Hoth es un invento dirigido a traer a su lado (¿oscuro?) a sus hijos. De otro modo, Vader tiene un ataque de amor de padre, mal llevado, sí, pero nadie puede acusarle de no intentarlo. Un malo, no sé; mal padre, seguro. A lo largo de The Empire Stike Back descubrimos al Emperador, y cómo Vader es el mejor aliado de los rebeldes, pues en la persecución de Han Solo decapita a varios gerifaltes imperiales con total impunidad –¡como si fuera tan fácil recomponer los mandos sin perder efectividad! Al final se zurra con su hijo y le corta una mano para acabar diciéndole que es su padre. No era un buen momento, eso es seguro, para mostrarle los sentimientos a su hijo. Nos deja una frase mítica, eso sí. De nuevo, malvado, no sé. Mal comunicador, eso seguro. Para acabar, en The Return of The Jedi, Vader pasa a segundo plano e incluso tiene una charla paterno-filial sobre a qué debería dedicarse Luke. Todos hemos pasado por eso de un modo u otro. Es cierto que unirse al Imperio no es lo más adecuado moralmente, pero, otra vez, nadie puede acusarle de no intentar conciliarse con su hijo. Para colmo descubrimos que el Emperador ningunea a Vader y le obliga a enfrentarse en un duelo a muerte a padre e hijo. Luke le devuelve el golpe cortándole al mano pero le perdona la vida. Y cuando el Emperador trata de acabar con Luke, Vader arroja al señor del imperio por un agujero de ventilación. ¿Se ha redimido Vader? No lo creo, de hecho no había nada que redimir. Que tu padre te de malos consejos y, pasados los años te reencuentres en el cariño no es un acto de redención, en todo caso de reconciliación.

Eligió un mal momento para confesar sus sentimientos. A todos nos ha pasado alguna vez.


Si Vader, pues, es el prototipo de malvado, es bastante plausible que nos desconcertemos cuando aparece alguien que hace un gran mal con un fin ambigüo o egoísta. Si pretendemos estudiar el concepto de mal, Vader es pura fachada, una carcasa hueca a la que querer u odiar, pero que no esconde ninguna respuesta a cómo es posible que el daño, el dolor y todo aquello que asociamos intuitivamente con lo malvado exista en el universo.

Deberíamos seguir buscando ejemplos.

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