Miedos que no pueden cumplirse (I)

Los sueños imposibles de realizar están sobrevalorados.

Tengo miedos imposibles de que sucedan. El primero de ellos es quedar perdido en el espacio. No sé de donde viene, pero detecto varias condiciones para que surgiera. Space Oddity: una falsa leyenda sobre que la canción de Bowie está inspirada en un astronauta ruso que quedó flotando en el espacio a la deriva –escapó de la gravedad terrestre. El mayor Tom llamando a la Tierra. Segunda: 2010 Odisea dos. Esta infravalorada película de ci-fi –debido a su inevitable comparación con la obra maestra de Kubrik –tiene una secuencia en la que descubro (una noche de verano) el horror de flotar sin rumbo sobre Júpiter. El horror de lo sublime. Otra, 2001, Frank Poole debe ser abandonado en el espacio; la muerte será violenta y horrible: asfixia, hipotermia, quién sabe. Bowman sacrifica a su compañero para salvar su propia vida –así como asesinará a HAL. Y así fue.

Gravity de Alfonso Quaron me ha recordado ese miedo imposible de que se dé. Flotar en el vacío. La absoluta seguridad de que morirás más pronto que tarde. Solo queda esperar, viajando a velocidades de fórmula uno. Vivir lo suficiente como para ver la Tierra alejarse. Quedar perdido en un mar de estrellas. Tan lejanas que lo único que percibirás con absoluta certeza a tu alrededor es la completa oscuridad. Tal vez, solo tal vez, ahí pueda experimentarse el significado de la expresión silencio. Qué triste que la carne sea incapaz de sobrevivir el frío del espacio. Qué triste que seamos tan débiles que no podamos acercarnos al sol sin arder.

Los miedos imposibles de realizar tienen la virtud de hacerte sentirte más solo; lo habitual es que puedas compartir con pocas personas estas absurdas inquietudes.

Tal vez sea lo mejor.