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Resentimiento




Strawson se preguntaba si el resentimiento puede existir sin dirigirse a algo concreto. Esto es, ¿puede sentirse resentimiento hacia una país, o sobre ideas? Él pensaba que esto no era posible. Se necesita focalizar sobre aquello a lo que se siente: incluso aunque pensemos que el resentimiento se tenga, pongamos, hacía la guerra, en realidad acabamos señalando a aquellos que creemos que la provocaron. Aunque el razonamiento de Strawson es, pienso, bastante acertado, no puedo evitar recordar el relato de Walter Benjamin sobre el resentimiento en su Libro de los Pasajes. En resumen, Benjamin cree que la sociedad de principios de siglo XX se ve sumida en el resentimiento gracias a que todo aquello que la Ilustración prometido –futuro, emancipación, oportunidades –acabó por no cumplirse. Es más, la Europa de Benjamin sufrió una de sus más terribles guerras y se estaba preparando otra con el auge de modelos de gobierno que ahora amenazan con volver. La pregunta de Strawson queda irresuelta, pues desconocemos si el resentimiento es hacia las ideas de la revolución o de todos aquellos responsables que decidieron abandonarlas. Creo que en la propuesta de Strawson es incompleta: aunque el resentimiento pueda focalizarse, también puede vivirse en el resentimiento.

Una condición fundamental del resentimiento es su carácter contrafactual. Solo podemos sentirnos resentidos si pensamos que el pasado pudo ser de otra forma. Prometí a mi pareja tratarla bien y no lo hice, por lo tanto, si a ella le da por reflexionar podrá sentir resentimiento. Podrá observarse que en este tipo de casos existe un pacto comunicativo previo tácito o explícito. Un mecánico me asegura que mi coche está en perfecto estado y luego descubro que todo era una engañifa. Surge el resentimiento. Ahora bien, puede que alguien que no me haya prometido algo me despierte resentimiento a través del daño, puesto que me haya propinado una paliza –de hecho, hasta ahora solo hemos hablado de hacernos daño unos a otros. Pero supongamos que, como sucedió desde la transición, recibimos mensajes constantes desde distintos lugares que se dirigen hacia el mismo punto: España es un país que no debe ser abandonado porque aquí existen las oportunidades. Esto puede concretarse en algo tan concreto como la obsesión por la compra de casas en lugar del alquiler –que invita a imaginar identidades más nómadas, tal vez. Como digo, estos mensajes o ideas vinieron de múltiples lugares, desde distintas posiciones ideológicas aunque pudieran pasar fundamentalmente por la televisión como gran modelo de difusión de propaganda. Mi hipótesis es que estos mensajes que destrozaron una generación –sí, así de dramático –y han preparado a la siguiente a unas circunstancias terribles, han sumido a la sociedad española en la nostalgia –que corre el peligro de convertirse en crónica melancolía –y en el resentimiento.

Sobre la nostalgia hice una entrada hace poco, así que no volveré a ello. En cuanto al resentimiento, sí Strawson acierta en que siempre acaba por focalizarse: los políticos, la justicia, el periodismo, los jefes ladrones y criminales… sin embargo, el estado general es el de resentimiento, el objetivo cambia según el momento específico en el que nos encontremos. El resentimiento es, como se dice en ciertas áreas de la filosofía, situado. El español medio dice estar hasta los cojones de todo y que mandaría a tomar por el culo a la mitad de los que hay –esto no es cabreo, es puro resentimiento hacia algo indefinido que viene a ser un proyecto general bien vendido hace casi treinta años y que murió de la peor forma posible.
Hay días en los que sé que es resentimiento aquello que siento. Es complicado definirlo pues este tipo de emociones complejas no son un sentimiento concreto, sino una amalgama de ellos: frustración, odio, ira, dolor, pesadumbre, etc. Ayuda más la metáfora o la analogía para explicarnos que una descripción acertada y analítica acerca de qué es estar viviendo el resentimiento.

En estos momentos vuelvo a estar resentido con un artículo de Elvira Lindo. Sin tratar de ser ad hominem –que lo seré –estos intelectuales que tienen tribuna abierta en medios que se dicen de izquierda están perdiendo la noción de la realidad o, simplemente, creo que nos tratan de imbéciles. Cuanto menos resulta tan irresponsable como las declaraciones de la Ministra de Trabajo en las que se aseguraba que los jóvenes emigraban por espíritu aventurero. El descarto es tal que sonroja y enfada. En el destacado del artículo de opinión dice “No consigo definir como un drama personal el irse con un contrato a un laboratorio de investigación puntera en otro país”, con estas palabras alude al artículo, también publicado por El País en el que una científica española de alto nivel se ve obligada a volver al extranjero porque los criterios de la ANECA son terribles y la impiden obtener un puesto de trabajo. Elvira Lindo piensa que esta señora lo dijo porque quería dar un toque de atención y no tanto porque le diese pena volver a Oxford o el MIT donde tenía plaza fija. En efecto, la lectura de Lindo es acertada, creo que no hace falta ser un intelectual de primera para llegar a esa conclusión. La crítica era al sistema español que devora y escupe a la gente que trabaja en la Academia y que las oportunidades fuera son mejores y, aunque el sistema es mucho más competitivo, permite unas oportunidades que aquí, de entrada, están vedadas.

Sin embargo, son dos cuestiones las que encienden mi reflexión sobre el resentimiento. La primera es aquella que alude a un vídeo viral sobre españoles que dan una sorpresa a sus familias volviendo inesperadamente y, por otra parte, la desafortunada comparación de la épica novelesca con la vida.

Parece que a Elvira Lindo le molesta sobremanera que cuando una hija o hijo vuelve del extranjero los españoles nos pongamos tan contentos. Dice que hay algo incomprensible que esto suceda en otros países. Un Estadounidense nunca actuaría así, por ejemplo. Que no ve el drama por ningún lado. Claro, cómo va a verlo. Para empezar, la familia cumple el papel que el Estado nunca ha sabido llevar, para bien y para mal. Así como sentimos un apego incomprensible al terruño, la formas de estructuración y solidaridad de las familias españolas han impedido el desplome del sistema. Son las familias las que nos han mantenido cuando esto ha empezado a caer. En mi caso, mi relaciones familiares no son modélicas, pero reconozco que sin su ayuda y parte de mi esfuerzo posiblemente no andaría ahora preocupado por la Academia sino por cómo afrontar mi jornada de trabajo en algún trabajo sin cualificación –con todo el respeto que tengo a ese tipo de trabajos. En efecto, la nostalgia no es patrimonio de nadie, pero aquel que se arroja en una patera al mar jugándose el cuello es porque cree que aquí encuentra oportunidades; a nosotros nos dijeron lo mismo, y duele mucho abandonar a su suerte a todos los mayores que nos ayudaron por el camino. Pero sabes qué Elvira, la gente lo hace: se va y trata de encontrar un futuro mejor fuera. Están en su derecho de morirse a lágrimas si vuelven a su país.

La gente es poco dada a emigrar, sí, es un hecho. Repito que parte de culpa lo tiene ese ideal de futuro que nos vendieron. Les recuerdo a ustedes que todos los veranos nos bombardean con noticias sobre que veraneemos aquí que es más barato, cuando es una falacia monumental. El plan no solo lo ha trazado la falta de espíritu de épica.

Esto nos lleva a los siguiente, el intelectual usando el ejemplo literario para reforzar su argumento. Canada de Robert Foster justifica su argumento. Es decir, que lo mejor que nos puede pasar en la vida es tener unos padres criminales para vernos forzados a emigrar a otro país (con tu mismo idioma y formas culturales muy parecidas) para hacernos a nosotros mismos. Ah, sí, lo olvidaba, que los principios del neocapitalismo están en El País desde hace tiempo. Este es el hombre nuevo que saldrá de la emigración:

El desarraigo produce seres humanos rocosos, sufridos, individualistas por necesidad, desapegados por pura supervivencia, emigrantes perpetuos en su propio país e inventores de mil vidas dentro de una sola biografía.

Si nos ponemos desarraigados e intelectuales leamos también a Coetzee, a ver si nos resulta tan simpático el salto sin red. Me parece de tal banalidad este tipo de comentarios que resultan pueriles. Encima les pagan por ello mientras la gente se tiene que ir fuera no por épica, sino por necesidad.

Nadie discute que los españoles hemos tenido un problema con el cambio de paradigma socio-económico. La deslocalización, el tener que movernos, etc. no lo hemos llevado bien, estamos de acuerdo. Pero en los pocos viajes que he tenido que hacer relacionados con el trabajo he encontrado en congresos internacionales a muchos españoles –más que de otros países. Mientras que los anglosajones permanecen alrededor de sus zonas de influencia. Los estadounidenses lo saben muy bien: muchos se mueven del lugar que nacen pero ¿cuántos han salido de EE.UU? El número de pasaportes es irrisorio. Lo que resulta repugnante es apelar a una farsa intelectual sobre la épica del desarraigo cuasi Homérica. Claro que salir te enriquece, pero ¿qué tiene que ver? Ese señor en patera y esa mujer que tiene que dar a luz en el viaje no van a enriquecer su existencia, como los buenos burgueses que mandan a sus hijos al extranjero. Huyen porque no les queda remedio alguno. Entre otras cosas porque no existe futuro. En nuestro caso nos engañaron asegurando que lo había, eso nos volvió reticentes (sobre todo a los que vivimos en capitales, que es donde abundaban hace bien poco, según periódicos como en el que Lindo escribe)


Joder, ¡Ulises quiere VOLVER A CASA! Ese es su drama, como lo es el de la gente de ese vídeo del que se mofa.

2 comentarios:

  1. Pero si además uno de los pilares de la cultura americana y su glorioso imaginario es el puto béisbol! Un remedo deportivo de la odisea donde de lo que se trata es de hacer desesperadamente un home-run y volver al hogar! Qué nos vienes a contar Elvira! Carmen San Diego!

    Esto me recuerda al título de lo primero que grabaron Hood (qué grupazo): "Home is Where It Hurts". Ahí es ná. Food for thought!.

    abrazos desde deneeim!

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  2. Siempre abrazos, Álvaro! Se te extraña por aquí. Espero que estés marcando muchos home-runs, a todo esto por aquellas tierras.

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