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Resérvame el último segundo antes de que todo sea la misma cosa











¿Cómo acababa el universo? (recordar lo que nunca verás suceder). Un gran cataclismo de proporciones épicas, todo colapsa en un punto supermasivo, una fracción contenida del Todo esperando –si es posible esto sin tiempo –despertar en otro bostezo que dura eones.
¡Oh, no!; No acaba, así. Las galaxias se alejan de manera progresiva, cada vez más lejos y más lejos. Todo es tan distante que el tiempo vuelve a carecer de sentido; las estrellas implosionan: es la muerte de la luz.  Las distancias son inabarcables. Imposibles. El universo carece de imaginación. Se aísla, se desinfla, se pierde.
¡No, así no! El calor inicial disminuye poco a poco. Minuto a minuto. Siglo a siglo. Milenio a milenio. Eon a eon.  Las moléculas frenan, se acerca el cero absoluto. Ya casi paran. Pararon. El honor de ser el último segundo y después... el universo es predecible, estático, inmutable. Se acabó la sorpresa. El Todo es la misma cosa, idéntica e indistinguible.


Sí, así acabó todo.

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