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Luck + Pluck = Artist





























La primera vez que vi esta secuencia escuché que la profesora decía "luck" en lugar de "pluck". Ese fue el motivo por el cual desarrollé la entrada: el chiste sobre que la mejor cualidad que puede tener un artista es la suerte me pareció suficiente. Tampoco grandes reflexiones, solo el chiste.
Cuando empiezo a pasar las imágenes al ordenador, tras buscar unos subtítulos, descubro que dice "pluck" y no "luck". Para el que no lo sepa (como era mi caso) "pluck" viene a ser algo así como "agallas" en el sentido de coraje. "Pluck" se usa para la acción de desplumar, (o depilarse las cejas, sí, también...). Arrancar de cuajo algo que supone un dolor bastante intenso es lo que se entiende por ser valiente.
Lo que se entiende por ser artista.
Podemos estar de acuerdo en que lo azaroso es una parte de peso en que alguien pueda ser considerado como artista -que uno se considere a sí mismo es otra cuestión bien diferente, tal vez, sea la interesante. Sin embargo, el entregar una parte de ti a los demás sí que parece necesario. No es tanto la idea de que el proceso de la producción artística deba ser en sí dolorosa -como fenómeno -sino que en cada obra siempre se deja algo de ti. La honestidad, se supone, es lo que le da un valor añadido a la obra. Cierta autenticidad. Igual que una acción es más o menos auténtica siguiendo unos criterios similares de adecuación entre la auto-imagen, la imagen que proyectamos y otros factores del contexto donde se actúa. Hay un compromiso con lo que se hace -o por lo menos, se presenta como imperativo que haya una cierto isomorfismo entre el contenido de la obra y el compromiso que el artista tácitamente suscribe con esta.
Así, hacer arte implica siempre cierto ejercicio de valor (o coraje, según), al igual que cualquier acción relevante lo es porque establecemos lazos inquebrantables de compromiso entre obra y pensamiento. En la propia acción (me atrevería a decir que desde un punto de vista metafísico) quedó una parte de nosotros en la que somos insustituibles.
Es verdad que esta visión del artista (o del arte) pueda estar influenciada por la vieja idea de que en la obra reside el genio del artista o, peor, que el arte es cosa de genios. Sin embargo, lejos de ser un experto en la materia, mi intención es resaltar no tanto que exista esta transubstanciación entre sujeto y objeto -con la que, además, no estoy de acuerdo -sino que para que un objeto sea visto como arte debemos desprendernos de algo de nosotros que queda en la obra. Algo se desnuda para que pueda ser apreciado -de ahí el pensar que alguien puede llevar una vida que en sí es una obra de arte. Significa exposición, visibilidad y fragilidad ante el juicio de los demás. Para eso siempre es necesario tener coraje, mucho más de lo que a simple vista pueda parecer.
No de extrañar, por esto, que muchos 'artistas' tengan el ego tan hinchado. Como el niño pequeño, parece que han perdido el horizonte de sucesos que la piel humana diferencia entre nosotros y el mundo. Ellos son todo el mundo.
Pero no, mi propuesta es mucho más humilde. Aunque sea casi imposible diferenciar una obra inauténtica de otra que lo sea -como es difícil diferenciar el acto comprometido, honesto, sincero, etc. del que no lo es -este supuesto valor es algo íntimo que debería afectar solo a la relación entre el sujeto y el objeto que se está produciendo. Que esta relación trascienda posteriormente es un asunto distinto. Y ahí ya se necesita mucho valor. En el proceso de creación surgen dudas y fantasmas encerrados que tal vez hubiesen sido mejor dejar ahí.
Como arrancarse los pelos de cuajo.

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