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Tres cosas que me enseñaron las máquinas recreativas




"Vengo de un lugar en donde las tascas se dividían entre las que habían comprado una máquina recreativa y las que no. En los alrededores de mi calle teníamos doce bares en menos de trescientos metros, que yo recuerde. Son muchos bares. Quedan algunos que siguen resistiendo como el Jabato, aunque hayan cambiado de dueños una y otra vez. Por supuesto, ya no tienen recreativas, ni tan siquiera un triste futbolín sucio. Lo que antes era un signo de distinción y atraía a la chavalería ahora es un trasto inútil, un objeto para la nostalgia. Tiene sentido cuando todos llevamos en el bolsillo dispositivos que son más potentes que el armatoste de la recreativa. La miniaturización y la cadena exponencial de crecimiento de los procesadores anticipada por la ley de Gordon E. Moore han sido implacables. El mundo de las máquinas recreativas murió de obsolescencia, como les pasó a los aguadores, al papiro o al telégrafo.


Pero antes de que este mundo se extinguiera de la noche a la mañana (ni siquiera nos dieron el gusto de un apocalipsis lento y épico), las recreativas me enseñaron tres cosas sobre la vida moderna. Tres lecciones poco sutiles que me ayudaron a confirmar algo que sabía solo en la teoría."

Lo que queda de este Tres cosas que me enseñaron las máquinas recreativas (mi primer) artículo para Anait aquí

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