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El cheater como agente moral


"Llevas un rato conectado al Counter-Strike. Las rondas van más o menos como siempre: ni muy bien, ni muy mal, según con quién te emparejan y lo habilidosos que sean los rivales. Entonces pasa algo. Tienes en el punto de mira del fusil a un tipo. La situación dura una fracción de segundo pero te da tiempo a procesar el torrente de inputs: Le has dado un tiro en la cabeza pero el tipo sigue vivo. ¿cómo puede ser posible? Mientras recargas el fusil te agachas bajo un saliente en el que estás perfectamente cubierto. Y, pum, tiro en la cabeza del que acabas de disparar. Enfado monumental: el tipo debe ser un tramposo.

De una manera u otra nos hemos enfrentado alguna vez a esta situación. Resulta frustrante sentirse que eres torpe con un videojuego en el que compites, pero es aún más molesto saber que estás jugando contra alguien que ha tomado ventaja del sistema. Ya sea con un bot para apuntar, con algún truco de invulnerabilidad o poder ver a través de las paredes, el tipo se ha saltado las reglas del juego. Una competición sana debe tratar que se mantenga un equilibrio justo entre los jugadores. Es decir, que todos partamos de la misma casilla de salida en igualdad de condiciones, para eso el código del juego establece leyes. Que todos aceptemos cumplirlas acaba por darnos actos justos. Por eso el cheater es un outsider a eliminar, sea este hacker malvado que revienta el código o un tramposo puro y duro que buscó el hack por internet. Aquí la épica romántica del hacker no se aplica: ni Anonymous ni tonterías de esas; hemos venido a jugar y tú me estás fastidiando.

El cheater es el pan nuestro de cada día para los desarrolladores. Las compañías que mantienen juegos online multijugador luchan constantemente por evitar que los jugadores hagan trampas, eliminar exploits y evitar que estropeen la diversión al resto. Hay toda una industria montada en contra los cheaters. Casi nadie tiene duda en que son los villanos de la película. Además, pensar que los juegos solo existen en su “circulo mágico” está bien pero tiene deficiencias: como señala  Tavinor, que se incumpla un acuerdo tácito, como es el de no hacer trampas, puede tener consecuencias muy serias en mundo real (e.g. perder un torneo). Pero ¿y si el cheater puede ser considerado como un agente moral mucho más fino que el que se limita a cumplir las reglas del juego? ¿Y si lo que hace el cheater es un acto de desobediencia civil?"

El resto del artículo para Anait sobre Elcheater como agente moral en este enlace

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