Jonathan Strange & Mr. Norrell: El mago y los mandarines
"Era el año 1988 cuando en el programa de “referencia” cultural de
la TVE, dirigido por el indómito Fernando Sánchez-Dragó, Fernando Arrabal se
tambaleaba víctima de una masiva intoxicación etílica. Gritaba fuera de orden «¡El
milenarismo va a llegar!». En medio del caos, sorprendía la actitud de esa
elite intelectual que en lugar de arrebatarse alarmados o tratar de conducir a
la cordura al dramaturgo Arrabal optaron por la serenidad y la distancia. Arrabal
había pasado a ser ese loco desconocido que uno se encuentra en la calle e
ignora deliberadamente. En el ágora del plató, mientras Arrabal apuntaba al
cielo («la minoría silenciosa es católica, fea y sentimental…y judía»), Dragó
señalaba al suelo («No te sientes en la mesa que la tiene que sujetar Campillo
que si no se vence»). La exclusión de Arrabal era ya radical e inevitable, y
esto no se debió solo a su (más que evidente) borrachera. La situación puede
ser comprendida en otros términos mediante dos explicaciones que tienen que ver
con la verdad y el conocimiento. Por una parte, tenemos la explicación de tipo
Foucault: Arrabal se había excluido al situarse en el discurso del loco. Por
otra parte, tendríamos una situación de injusticia
testimonial, es decir, aquellos mandarines que le escuchan agravian la
credibilidad de Arrabal porque consideran que Arrabal-borracho no es un
adecuado sujeto con conocimiento. En ambos casos el resultado es el mismo,
tratar de silenciar sus palabras («¡Dejardme hablá!», pedía Arrabal)."
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